lunes, 4 de abril de 2011

El descubrimiento de la Circulación menor. VII


El descubrimiento de la circulación menor


Para comprender exactamente lo que Serveto descubrió, es menester tener en cuenta las ideas de Galeno, de las que él se apartó. El maestro enseñó que la sangre se genera continuamente en el hígado, al cual nunca regresa porque se consume alimentando al cuerpo, y pasa de las arterias a las venas en parte por anastómosis en las extremidades y en parte, a través del velo del corazón, por medio de intersticios que no aparecen en la autopsia a causa del enfriamiento y la contracción subsiguientes a la muerte.

Galeno no alcanzó a comprender el curso de la sangre en los pulmones por haber interpretado mal la función de éstos y no haberles asignado la oxigenación de la sangre a ellos, sino al ventrículo izquierdo del corazón. Con auténtica adivinación sugirió que el cuerpo, como la llama, necesita aire: en ambos casos supuso que la función consiste en expulsar los residuos de la combustión, proceso que en el cuerpo tiene lugar en el ventrículo izquierdo.

Serveto retuvo la opinión galénica del origen de la sangre en el hígado, y por eso no llegó a comprender la circulación de la sangre por todo el cuerpo. Su descubrimiento radica concretamente en una descripción precisa del curso de la sangre en el corazón y los pulmones. La primera corrección que hizo a Galeno fue fruto directo de sus trabajos de disección. Observó, en primer lugar, que la transmisión de la sangre del ventrículo derecho al izquierdo no se puede realizar a través del tabique “porque esta pared intermedia al carecer de orificios, no es apropiada para dicha comunicación, aunque algo pueda resudar”. Desprovisto de microscopio le era imposible a Serveto afirmar categóricamente la impermeabilidad del tabique, pero insistió en que no podía darse a través de él el paso principal de la sangre.

En segundo lugar observó que la arteria pulmonar era demasiado grande para la función que tenía asignada en el sistema galénico, dónde se la limita a transmitir una muy pequeña cantidad de sangre a los pulmones para su alimentación: “El tamaño de la vena arterial (arteria pulmonar) no puede ser tan grande, ni la sangre purificada puede ser expulsada con tal fuerza del corazón a los pulmones, sólo para su alimentación”. Este es un pasaje que merece atención especial, porque recientemente algunos escritores (Neuberger) han supuesto que, no habiéndose liberado Serveto de la teoría galénica de la continua formación de la sangre en el hígado para nutrir el cuerpo, debió de pensar, en consecuencia, que sólo un poco de sangre iría con ese fin a los pulmones, y nada más. Concluyen, por lo tanto, que no pudo creer que toda la sangre pasara por los pulmones.

Serveto da la respuesta exacta: la sangre debe pasar por los pulmones para su oxigenación, mediante la cual son expulsados los vapores fuliginosos de Galeno y cambia ésta de color; rechazando que este proceso tenga lugar en el corazón. Pero citemos las palabras mismas de Serveto: “El espíritu vital se genera en los pulmones de una mezcla de aire inspirado y de sangre sutil elaborada que el ventrículo derecho del corazón transmite al izquierdo. Sin embargo, esta comunicación no se hace a través de la pared media del corazón, como se cree corrientemente, sino que por medio de un magno artificio, la sangre sutil es impulsada hacia adelante desde el ventrículo derecho por un largo circuito a través de los pulmones. Por ellos es elaborada, se convierte en roja clara y es conducida desde la arteria pulmonar a la vena pulmonar. Después, en la vena pulmonar se mezcla con el aire inspirado y a través de la expiración se purifica de los vapores fuliginosos”.

Para concluir diciendo: “Del mismo modo se envía desde los pulmones al corazón no solo aire, sino aire mezclado con sangre a través de la vena pulmonar. Por tanto, la mezcla tiene lugar en los pulmones. El color rojo le es dado a la sangre en los pulmones, y no en el corazón. En el ventrículo izquierdo del corazón no existe espacio suficiente para tan grande y copiosa mezcla ni para que la elaboración imprima el color rojo. Finalmente, el tabique interventricular, puesto que carece de orificios, no es apto para dicha comunicación y elaboración, aunque algo pueda resudar”.

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