viernes, 1 de abril de 2011

Se descubre en Servet un espíritu crítico III


Se descubre un espíritu crítico


En Bolonia todo estuvo espléndido: brotaba vino tinto de la boca de unos leones de mármol, y blanco del pico de unas águilas. Ondeaban en los edificios y brillaban tapices de oro y púrpura; sonaban los pífanos y los tambores; una multitud de 100.000 almas atestaba las calles para ver al Emperador y al Papa…Serveto quedó al rojo vivo…Más tarde escribió: “con mis propios ojos he visto como llevaban al Papa con  pompa sobre los hombros de los príncipes haciendo con la mano el signo de la cruz, adorado a lo largo de las calles por el pueblo arrodillado recibiendo numerosas indulgencias gracias a las cuales les serían reducidos largos años de sufrimientos infernales”. En algún recodo del camino había ingerido Serveto si no el virus de los protestantes, al menos el destructor apocaliptismo de los espirituales franciscanos.

Visto esto, se escabulló discretamente del servicio de Quintana y la corte imperial. Año y medio más tarde iba a publicar “De Trinitatis erroribus”. En 1530 Serveto estuvo en Basilea pero no tuvo oportunidad de hablar con Erasmo pues había partido de allí hacía un año. Se hospedó durante diez meses en casa de Ecolampadio que era el reformador de Basilea y sucesor de Erasmo. Más tarde las discrepancias entre ambos fueron notorias. Después se fue a Estrasburgo, dónde debió de confiar en hallar un régimen más suave que el de Basilea cuya constitución municipal de 1529 contenía varios artículos contra los anabaptistas. La gente de Estrasburgo le resultó amable y acogedora. Butzer, el reformador, lo llamó Michael Dilecte y parece que Capito secundaba sus ideas. Posteriormente Butzer, impulsado por Ecolampadio, procedió a refutar las ideas contenidas en “De Trinitatis erroribus”. (Bainton)

La conclusión final es que Serveto no podía estar enteramente de acuerdo con ninguno y lo único que consiguió es enfurecer a los tiranos. Protestantes y católicos se hermanaron en un repudio común.

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