viernes, 1 de abril de 2011

Servet, hereje perseguido. Parte IV


Serveto como hereje perseguido


Serveto mismo envió un ejemplar de “De Trinitatis erroribus” al arzobispo de Zaragoza, y dos funcionarios de la corte, el Comendador Mayor don Germán de Padilla y Hugo Urriés, señor de Ayerbe, descubrieron los libros de Serveto y lo denunciaron al Consejo Supremo de la Inquisición Española. El Consejo, el 24 de Marzo de 1532, desde Medina del Campo, envió instrucciones a los inquisidores de Zaragoza para que indagaran sobre la procedencia natal y biográfica de Serveto. Con el fin de engañarlo para regresar a España y ser juzgado por el Santo Oficio se dio encargo a su propio hermano mosen Juan Serveto, que se desplazó a Alemania. No solo en España, sino también en Toulouse, la Inquisición el 17 de junio de 1532 publicó un decreto por el que se requería la captura de unos cuarenta fugitivos a cuya cabeza se encontraba “Michel de Serveto alias Revés” (Bainton).

Serveto debe marchar a París. En Francia, como en cualquier otro país de Europa, la libertad andaba por los suelos. La gran cuestión con la que se enfrentaba cada país era la de si una casa dividida puede permanecer de pie. La experiencia ha demostrado luego que sí: el pluralismo religioso no es incompatible con la estabilidad social. Pero pocos lo creían en aquel momento. Francia empleó tres procedimientos para suprimir a los reformadores: los tribunales civiles, el clero local y la Inquisición. Los tribunales civiles, mal llamados parlamentos tenían el poder de arrestar, juzgar y condenar a los deficientes en la fe. El “parlamento” de París se mantuvo especialmente activo. En Francia a la par que los tribunales civiles y el clero, la Inquisición logró actuar con la total colaboración del poder real. Así pues Pierre Lizet (presidente del tribunal de París), el cardenal Tournon (representante del clero) y Matthieu Ory (inquisidor), formaban el triunvirato de la persecución de la herejía.

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